Durante la Pascua, las ramas de hisopo fueron usadas para repeler al Ángel de la Muerte.
“Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana.” (Éxodo 12:22). Se hizo referencia a esta planta a través de la Biblia como una importante parte del ritual de limpieza.
“Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve.” (Salmo 51:7).
“Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo.” (Hebreos 9:19).
Los sacerdotes usaban las ramas en las limpiezas ceremoniales como fue dicho en Levítico 14. Cuando oramos por limpieza espiritual y renovación, la fragancia del hisopo nos recuerda el poder de Dios para purificar nuestros corazones y almas.