¿Sabía usted que cuando aquellos de la fe Judía celebran el Rosh HaShanah en las últimas semanas de septiembre, muchos se hacen el propósito de incluir granadas en sus fiestas? Su tradición retrata a la granada como un símbolo de rectitud.
En el libro de Lucas del Nuevo Testamento, se encuentra la historia de un evento que sucedió en los primeros días del ministerio de Jesús. Una mujer de la calle entró, sin invitación, a una casa donde Jesús era invitado para la cena. Arrodillada a los pies de Jesús, ella los ungió. Con sus lágrimas, ella los enjuagó. Con su cabello, ella los secó. Con sus labios, besaba sus pies. Cuando el anfitrión, un fariseo, retó a Jesús por permitir esto, Él respondió con la enseñanza del “Deudor que no perdonó.” Cuando él había terminado esta enseñanza, preguntó “¿Ves esta mujer? Y prosiguió declarando “sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:41-48). Aparentemente, de acuerdo a estas palabras de Jesús, la verdadera rectitud viene y es evidenciada por un corazón completamente cambiado.